Entre prisas y procesos ¿cabe la resiliencia?
Este texto está inspirado por reflexiones dentro de un programa para organizaciones no gubernamental en Vancouver llamado Pathways, (Caminos) que apoya a trabajadores de la cultura a cuestionar sus prácticas y políticas organizacionales para generar ambientes más inclusivos, diversos y equitativos, así como generar capacidad en el trabajador de la cultura. Y también se reflexiona sobre una certificación en la que me estoy capacitando como terapeuta: Experiencia Somática de Peter Levine, que apoya al sistema nervioso a regularse y reorganizarse después del trauma.
En esta sociedad capitalista y sobre enfocada en la producción, a los artistas nos falta tiempo para sentarnos con la reflexión del proceso. Después de una temporada bastante ajetreada de proyectos, me encuentro pensando en el poco tiempo que uno entrega al gozo del proceso, a la apreciación de los ciclos con todo y sus finales, que muchas veces nos devoramos. No acabamos de saborear un proceso para empezar a engullir otro, y entonces la digestión no recibe todos sus beneficios, no escucha al sistema nervioso ni a la intuición que llevamos en las venas, no escuchamos el viento de los antepasados, no sabemos que tenemos antepasados, porque solo miramos un futuro que no llega, con un presente en el que no podemos dejar de correr.

En otros momentos de mi vida, después de una temporada así de compleja estaría sobreestimulado, exhausto y absolutamente irritable. Sin embargo, hay dos cosas que me han ayudado a encontrar una cualidad diferente durante estos tiempos:
1. El programa Pathways
2. Somatic Experiencing
Llegué a Pathways por resonancia. Conocí al equipo y las conversaciones en Arts BC me abrieron los ojos. Me mostraron que hay mejores formas—siempre mejores formas—de habitar el mundo y el sistema en el que vivimos. Que podemos ser parte del cambio en esta sociedad capitalista para cultivar espacios centrados en lo humano y lo natural, donde el cuidado, la comprensión y el crecimiento sean valores prioritarios por encima de la opresión y la productividad desmedida que no considera los recursos humanos dentro y alrededor de las organizaciones o proyectos donde trabajamos.
Llegué por una misteriosa casualidad al conocimiento de Pathways. Entrar en el proceso fue un camino accidentado: decidir cómo tomar el programa mientras calculaba mi capacidad personal para añadir otro pendiente a mi lista. Sin embargo, algo misterioso me mantuvo paciente, me dijo que no desistiera—que esto no era un ítem más, sino un camino de aprendizaje. Amo aprender, es uno de mis valores, pero muchas veces recojo aprendizajes sin espacio para aplicarlos o compartirlos con otras personas afines.
Por eso disfruto tanto los procesos creativos en colaboración: crean un espacio para filosofar en movimiento. Pero muchas veces las organizaciones no tienen el tiempo para enfocarse en aprender, reflexionar o transformar. Hoy siento que la vida me está ayudando a encontrar los lugares, las personas y las conversaciones adecuadas para construir mi capacidad—emocional, organizativa y todo lo que la palabra capacidad pueda contener. ¿Qué viene después en mi vida? Algo grande, diría mi abuelo... algo grande. Para entrar en el programa se necesitan al menos dos personas del equipo. Al principio no lo entendía, y hoy lo comprendo. Otro ejemplo de la co-regulación y del poder de procesar la vida en equipo. La manera en que está construido me está ayudando a navegar el mundo del arts management como un camino de sanación, una forma acompañada de seguir construyendo—quizás "construir" es una palabra demasiado centrada en el capitalismo, pero tal vez algo más natural como cultivar, incubar, sembrar—capacidad.

La capacidad de estar presente a través de este trabajo y notar los impactos que tu organización puede generar en la ecología más amplia del mundo. Tal vez un poco soñador, pero esto me recuerda que vivir en asombro es mejor que vivir en un mundo fragmentado por miradas desconectadas. Podemos coexistir en nuestras múltiples realidades sin invalidarnos, sino creciendo al escucharnos.
Ahora pasando a las coincidencias entre Pathways y Somatic Experiencing. Hago aquí la analogía con dos términos que ambos programas ocupan: "recurso" e "integración". Entender estos conceptos desde la certificación de experiencia somática me ha hecho ahondar en lo que significan en el ámbito del trabajador de la cultura.
Recursos
En Somatic Experiencing, el término recurso es aquello que te ayuda a continuar presente cuando hay situaciones que te sobrepasan. Es aquello que te ayuda a expandir tu capacidad para sentir todas las capas de tu cuerpo, a permanecer en contacto con la incomodidad sin derrumbarte, a reconectar con tu vulnerabilidad, a sanar los traumas para crecer desde los regalos escondidos en la pérdida, en el duelo. Es autoconocimiento a través del espejo humano, de las relaciones, de la co-regulación. Ahora entiendo por qué el proceso pide que no andes solo, que no te sientas solo. Que sigamos estableciendo relaciones de apoyo, miradas más profundas, holding spaces for each other on a day-to-day basis, esperando juntos, jodiéndonos juntos, aprendiendo / reflexionando / integrando.
En Somatic Experiencing y Pathways hay otro término:
Integración
Integración es el asentamiento de nueva información—nuevas formas de percibir la vida después del trauma—para dejar que se asiente en el cuerpo mientras integra la experiencia. Como el agua que nutre la piel, como el aire por las fosas nasales, como el alimento por las venas, hacia el corazón, hacia todo el sistema. Como un baño en el río que se posa en un lago.
Somatic Experiencing me ha hecho interesarme en mirar no solo a las personas con las que me relaciono, sino también a sus sistemas nerviosos, y al mío, recordando que el poder sanador de las artes yace en la manera en que influencian nuestros sistemas nerviosos, y que los procesos creativos pueden ser procesos de co-regulación, de relación, de sintonización. Dejándonos influenciar por la sabiduría del cuerpo para ser resilientes: así en los procesos como en el sistema nervioso. (Así en la tierra como en el cielo.)
Todo esto para decir que tuve muy poco tiempo para reflexionar sobre mi mes. Apuntes acumulados aquí y allá, conversaciones que pasaron volando como los días y los sueños. Pero pasaron. Hoy hago una pausa. Mastico el tiempo que miro en el espejo para escribir este artículo y concluir con este poema. Con ellos, nos invitó a emprender caminos de reflexión. Si hoy pudieras hacer una pausa y describir tus procesos, ¿Cómo los detallarías? Deseándonos que encontremos más gozo y mayor cualidad de presencia durante la prisa.
Poema: El caos del proceso creativo
Amo el caos del proceso creativo.
Comenzando por mente y corazón que se enredan,
no se sabe si llegarán a ningún lado.
El miedo y el perfeccionismo riéndose en sus espejos,
yo soy un cristal seco en medio, reflejo frío,
mudo.
El proceso creativo nos encuentra y nos acompaña.
Despierta en nosotros un instinto,
un color que cambia,
la noche en unos ojos antes cerrados.
El sonido entrando por las narices del oído,
huelo algo que he escuchado.
Nos encontramos en proceso,
en proceso.
El mundo no muere,
cambia.
El cambio, paulatino y súbito,
como el desarrollo de una economía,
el cambio de un paradigma,
como el corazón que deja de amar.
Súbito como los cambios en las políticas migratorias,
o el sol que muere al cambiar de estación en el metro,
y nace la lluvia después del túnel.